¿Qué hace uno cuando está enfadado
consigo mismo?
Cuando te enfadas con los demás
resulta más sencillo. Gritas, insultas, reprochas, manipulas la
situación, utilizas el chantaje emocional, te vas, das un portazo,
una bofetada, o recurres al silencio, te pones de morros y esperas a
qué te pregunten, una, dos e incluso tres veces si la otra persona
es paciente o perseverante, y entonces estallas, y comienza la
primera batalla, que da paso a una guerra, que puede durar minutos,
horas, incluso días, pero después de la guerra, vienen tiempos de
paz donde toca recoger los escombros, los ajenos y los propios,
porque la paz es un estado solidario, donde no hay cabida para los
rencores, y menos cuando la bombas han sido lanzadas desde ambos
frentes y las pérdidas son comunes. Después de cada enfado con
otras personas, pasa como en las guerras, los paisajes que tenías
enfrente tuya, la visión del conjunto de elementos que veías al
mirar por la ventana, todo, cambia de forma irremediable. A veces
para mejor, a veces ese edificio que veías desde tu ventana ubicado
un poco a la izquierda, con la fachada desconchada y manchas de
humedad, se alza de nuevo, más estable, más fuerte, más bonito y
mejora el paisaje. Pero otras veces desaparecen elementos que
pensabas que siempre tendrías el placer de disfrutar, porque siempre
habían pertenecido a tu paisaje, estaban en tu zona de confort, tan
sólo a un golpe de vista, como esa iglesia gótica del siglo XIX
que veías a lo lejos, al fondo, esa iglesia a la que nunca le hacías
demasiado caso porque dabas por hecho que siempre estaría en ese
espacio de tu ventana, equilibrando el contraste, los colores y la
composición del paisaje que contemplabas cada día, esa iglesia que
al desaparecer, te das cuenta que ha cambiado por completo el
panorama. Igual mañana construyen una catedral, nueva, majestuosa,
arquitectónicamente mejor que la iglesias que había en su lugar,
pero para tí ya no es lo mismo, te han cambiado el paisaje, o mejor
dicho, la base del paisaje, el elemento clave, el que lo hacía tan
especial.
Eso pasa con los enfados, hacen mellan,
remueven los sentimientos y las emociones, a veces crean otros
nuevos, bonitos y por estrenar, y otras, suprimen y transforman
partes esenciales de una estructura, o mejor dicho, de una relación.
Y no sé.... llegados a este punto y
para cambiar la dinámica, la verdad es que no tengo una conclusión
para este texto. Porque para la vida puede que no haya conclusión
que valga. Quizá que sólo nos queda el estoicismo o aprender a
disfrutar del nuevo paisaje. La cuestión es que hay opciones. ¿Pero
qué hace uno cuando está enfadado consigo mismo?
Etruska 16.
Etruska 16.
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