lunes, 15 de julio de 2013

No es bueno hablar con la almohada.


Yo no soy de esas personas que consultan sus dudas con la almohada, de hecho a mí es que mi almohada no me habla, si aprieto mucho la cara contra ella puedo escuchar mi propio corazón, pero él, se sabe, nunca ha sido buen consejero.
Ni tampoco soy de las personas indecisas que consumen media vida en tomar decisiones. Lo tengo todo bastante claro, ¿coca-cola o pepsi? Coca-cola, ¿carne o pescado? Carne, ¿frío o calor? Frío ¿arriba o abajo? Hay momentos para todo.
No pasa nada si te equivocas en una decisión fácil, es posible que un día entres en una pizzería y cuando estén a punto de servirte tu cuatro estaciones con doble de queso, pienses “mierda, ahora mataría por comerme una hamburguesa de tres pisos” pero no pasa nada, porque seguramente también disfrutes de tu cuatro estaciones con doble de queso.

¿Las decisiones importantes? Bueno, supongo que todo el mundo tiene claro ese tipo de cosas ¿no? La gente sabe si quiere tener hijos o no, si quiere vivir en el campo o en pleno Central Park, si aman a sus parejas o se aguantan por costumbre. Lo único que les convierte en seres indecisos y temerosos, es la idea de renunciar a todo lo demás una vez han elegido.  

Etruska 

2 comentarios:

  1. Vivimos de nuestras decisiones y en aquellas que deciden lo importante ponemos nuestras vidas. La vida es una constante sucesión de disyuntivas sobre las que hay que elegir...hacerlo convenientemente nos ayudará a crecer, errar...errar es sinónimo a dolor...

    Beso.

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  2. Tampoco tengo muy claro que la gente tenga muy claras las cosas importantes.Ni siquiera las pequeñas decisiones de cada día. Bueno, los hay que sí, los hay que no. :-)

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