viernes, 19 de julio de 2013

El miedo.


El miedo es como un reloj que ha dejado de funcionar, si lo miras y te guías por él, probablemente sólo sirva para retrasarte. 

Etruska. 

lunes, 15 de julio de 2013

No es bueno hablar con la almohada.


Yo no soy de esas personas que consultan sus dudas con la almohada, de hecho a mí es que mi almohada no me habla, si aprieto mucho la cara contra ella puedo escuchar mi propio corazón, pero él, se sabe, nunca ha sido buen consejero.
Ni tampoco soy de las personas indecisas que consumen media vida en tomar decisiones. Lo tengo todo bastante claro, ¿coca-cola o pepsi? Coca-cola, ¿carne o pescado? Carne, ¿frío o calor? Frío ¿arriba o abajo? Hay momentos para todo.
No pasa nada si te equivocas en una decisión fácil, es posible que un día entres en una pizzería y cuando estén a punto de servirte tu cuatro estaciones con doble de queso, pienses “mierda, ahora mataría por comerme una hamburguesa de tres pisos” pero no pasa nada, porque seguramente también disfrutes de tu cuatro estaciones con doble de queso.

¿Las decisiones importantes? Bueno, supongo que todo el mundo tiene claro ese tipo de cosas ¿no? La gente sabe si quiere tener hijos o no, si quiere vivir en el campo o en pleno Central Park, si aman a sus parejas o se aguantan por costumbre. Lo único que les convierte en seres indecisos y temerosos, es la idea de renunciar a todo lo demás una vez han elegido.  

Etruska 

miércoles, 3 de julio de 2013

Nada más importante.




“Si me quieres, si me quieres de verdad, prométeme una cosa, no te resistas a vivir ni un sólo día de tu vida” después su mano se quedó colgando de la camilla, su mirada perdida en alguna parte del techo de la habitación y la maquina a la que estaba enchufado hizo piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
¿Sabes lo que es sentir el vacío más absoluto en una fracción de segundo? Es como si todas las entrañas de tus cuerpo se estrujaran dentro de tí, las costillas se te hundieran en el cuerpo, el corazón se parara y tener que soportar el peso de un piano de cola encima del pecho.
Yo hice una promesa, a un muerto mientras le cerraba los ojos y le regaba la cara con mi lagrimas, pero fue una promesa al fin y al cabo.
Nunca había prometido nada tan difícil, y aquí sigo, intentando que cada día sea el principio, aunque me lleve de vuelta a final.

La vida a veces es una putada, pero las promesas hay que
cumplirlas. Siempre.


Etruska.