martes, 5 de febrero de 2013

Cómo escapar de Cupido.




Anda ven y siéntate, he tenido el detalle de preparar café caliente mientras te duchabas. Calla y déjame que te cuente, vamos a dejar las cosas claras, evitemos confusiones desagradables. Me preocupas relativamente, quiero decir; que hay otras cosas que me preocupan infinitamente más, y lo peor es que en comparación contigo son cosas insignificantes, cosas cómo que se me ha salido un hilillo del jersey nuevo o mi pared se está desconchado, aunque no sé... todo es relativo, eso nos han enseñado. Supongo que visto así tendría que molestarte menos, si es que te molesta, ¿te molesta? No, mejor no digas nada. Me preocupa más que el café me salga bueno, por ejemplo, aunque a ti te deje probarme a sorbos pequeños, y tus manos esporádicas se paseen por mis curvas. Aunque algunas veces me vista más puta que elegante sólo para ver cómo te relames y creas que puedas comprarme con esas sonrisas de etiqueta y etiquetadas para la ocasión. Pero seamos realistas la vida está muy cara, incluso para eso que llamamos amor a ratos, y yo voy a ser honesta, tus sonrisas se han quedado obsoletas, ni me compran, ni te venden.
Ya no quiero me llames los lunes para anestesiar la semana, ni que me despiertes cuando tenga pesadillas, no quiero que soñemos juntos al mismo ritmo, que para sueños ya tengo los míos. Ni que vengas a cobrarte soledades de otras en mi cama. Vamos a evitar ahora que estamos a tiempo que mis gemidos a tu lado se conviertan en bostezos.


Etruska

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