martes, 13 de diciembre de 2016

Metamorfosis

¿Qué hace uno cuando está enfadado consigo mismo?
Cuando te enfadas con los demás resulta más sencillo. Gritas, insultas, reprochas, manipulas la situación, utilizas el chantaje emocional, te vas, das un portazo, una bofetada, o recurres al silencio, te pones de morros y esperas a qué te pregunten, una, dos e incluso tres veces si la otra persona es paciente o perseverante, y entonces estallas, y comienza la primera batalla, que da paso a una guerra, que puede durar minutos, horas, incluso días, pero después de la guerra, vienen tiempos de paz donde toca recoger los escombros, los ajenos y los propios, porque la paz es un estado solidario, donde no hay cabida para los rencores, y menos cuando la bombas han sido lanzadas desde ambos frentes y las pérdidas son comunes. Después de cada enfado con otras personas, pasa como en las guerras, los paisajes que tenías enfrente tuya, la visión del conjunto de elementos que veías al mirar por la ventana, todo, cambia de forma irremediable. A veces para mejor, a veces ese edificio que veías desde tu ventana ubicado un poco a la izquierda, con la fachada desconchada y manchas de humedad, se alza de nuevo, más estable, más fuerte, más bonito y mejora el paisaje. Pero otras veces desaparecen elementos que pensabas que siempre tendrías el placer de disfrutar, porque siempre habían pertenecido a tu paisaje, estaban en tu zona de confort, tan sólo a un golpe de vista, como esa iglesia gótica del siglo XIX que veías a lo lejos, al fondo, esa iglesia a la que nunca le hacías demasiado caso porque dabas por hecho que siempre estaría en ese espacio de tu ventana, equilibrando el contraste, los colores y la composición del paisaje que contemplabas cada día, esa iglesia que al desaparecer, te das cuenta que ha cambiado por completo el panorama. Igual mañana construyen una catedral, nueva, majestuosa, arquitectónicamente mejor que la iglesias que había en su lugar, pero para tí ya no es lo mismo, te han cambiado el paisaje, o mejor dicho, la base del paisaje, el elemento clave, el que lo hacía tan especial.
Eso pasa con los enfados, hacen mellan, remueven los sentimientos y las emociones, a veces crean otros nuevos, bonitos y por estrenar, y otras, suprimen y transforman partes esenciales de una estructura, o mejor dicho, de una relación.

Y no sé.... llegados a este punto y para cambiar la dinámica, la verdad es que no tengo una conclusión para este texto. Porque para la vida puede que no haya conclusión que valga. Quizá que sólo nos queda el estoicismo o aprender a disfrutar del nuevo paisaje. La cuestión es que hay opciones. ¿Pero qué hace uno cuando está enfadado consigo mismo?

Etruska 16.