jueves, 15 de enero de 2015

Confesión.

La otra noche leí algo de lo que habías escrito.
Me gustó lo que escribiste, y cómo lo escribiste y me gustaría poder decir que lo entendí todo, pero como una de tantas veces no es así. Para ser franca tengo que reconocer que a quién no entiendo es a ti, pero empiezo a sospechar que si acudo a tu blog en parte es por una buena dosis de incomprensión, como quizá lo hace la gente que acude al mío, sin que ellos lo sepan todavía.
La comprensión puede que esté un poco sobrevalorada ¿no? Hoy en día que a todos nos gusta presumir de comprender a los demás, de saber ponernos en su piel, y esperar una medalla a cambio. Creo que a veces viene bien salirse un poco de todo eso, de la lógica, de las razones, y del orden en que se mueve este maldito mundo, y yo para eso tengo tu blog, que es como una ventana que abro de en par en par algunas noches para romper con todo. Luego la cierro, para no dejar entrar esas corrientes que me afectan tanto.
Y tan contenta. 


2 comentarios:

  1. Aprendí ya hace mucho tiempo que es vergonzoso el no comprender. Maldita sea el orgullo que se entremete, formando un talco en la garganta y me obliga a decir: si, entiendo perfectamente. Tal vez, algún día tenga la valentía de no comprender. De tirarme de pecho a lo incomprensible sin ameritarme falsa comprensión.

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  2. comparto q esta sobrevalorada la capacidad de comprender o la capacidad de empatizar con los demas, aunque no hay q dejar nunca de intentarlo.
    casi nunca se logra

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