La otra noche leí algo de lo que
habías escrito.
Me gustó lo que escribiste, y cómo lo
escribiste y me gustaría poder decir que lo entendí todo, pero como
una de tantas veces no es así. Para ser franca tengo que reconocer
que a quién no entiendo es a ti, pero empiezo a sospechar que si
acudo a tu blog en parte es por una buena dosis de incomprensión,
como quizá lo hace la gente que acude al mío, sin que ellos lo
sepan todavía.
La comprensión puede que esté un poco
sobrevalorada ¿no? Hoy en día que a todos nos gusta presumir de
comprender a los demás, de saber ponernos en su piel, y esperar una
medalla a cambio. Creo que a veces viene bien salirse un poco de todo
eso, de la lógica, de las razones, y del orden en que se mueve este
maldito mundo, y yo para eso tengo tu blog, que es como una ventana
que abro de en par en par algunas noches para romper con todo. Luego
la cierro, para no dejar entrar esas corrientes que me afectan tanto.
Y tan contenta.
Aprendí ya hace mucho tiempo que es vergonzoso el no comprender. Maldita sea el orgullo que se entremete, formando un talco en la garganta y me obliga a decir: si, entiendo perfectamente. Tal vez, algún día tenga la valentía de no comprender. De tirarme de pecho a lo incomprensible sin ameritarme falsa comprensión.
ResponderEliminarcomparto q esta sobrevalorada la capacidad de comprender o la capacidad de empatizar con los demas, aunque no hay q dejar nunca de intentarlo.
ResponderEliminarcasi nunca se logra