miércoles, 4 de junio de 2014

Capítulo Uno.


Nos sentábamos en una escaleras oscuras y empinadas con un paquete de pipas y seis latas de cerveza. Él que era muy él, y yo que era muy yo, no necesitábamos más, aunque nos faltara tanto, aunque nos faltara de todo. El mundo entonces era distinto, era como si se concentrara en aquellas escaleras estrechas sin barandilla, en la siluetas de las personas que veíamos pasar a contraluz por la acera, en sus ojos color ámbar y en los rizos tan feos que se le hacían a la altura de la nuca. Era un mundo que nos acogía con unas manos tan pequeñas que sabíamos que en cualquier momento nos caeríamos por los lados, pero era nuestro, era único, y nos gustaba.
Él, que era muy él, sabía como enamorarse de mí tres veces al día Y yo, que era muy yo, sabía darle darle motivos para que se enamorara. No sé cómo pero siempre hablábamos de las cosas que nadie sabía decir, y ese era el único motivo por el que yo le quería, eso, y porque sabía despeinarme como nadie nunca me habían despeinado, con un zarpazo directo a la extrañas, sus manos pegadas a mis muslos, y sus dientes clavados en mi cuello.
Estábamos solos, en un mundo donde todos rezaban e iba al cine los domingos en pareja a tragarse películas que no se parecían a sus vidas y algunas algo más que películas. Estábamos solos pero teníamos sueños, un paquete de pipas, seis latas de cerveza y muchas ganas de follar.

E_truska. 


2 comentarios:

  1. ...y por todo eso se hace imposible de olvidar...

    Me gusta verte..

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  2. Al titularse capítulo uno esperé la continuación sin darme cuenta que hay historias intensas que no tienen continuidad o es tan triste que muda en otra completamente distinta... http://fragmentsdevida.wordpress.com/2014/08/12/amores-cotidianos-127-muchas-ganas-de-follar/

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