Me
gusta fumar. Qué le voy a hacer. Voy a morirme de todas formas.
Antes me saldrán arrugas y mi pelo será blanco y quebradizo. O
puede que no. Puede que me muera joven, con la cara aún salpicada de
granos y las ganas de muchas cosas por estrenar. O que me muera,
cuando esté más guapa que en toda mi vida, en ese momento en el que
a las mujeres se nos empiezan a ensanchar las caderas, pero tenemos
el brillo en los ojos más encendido que nunca y un “follame” en
la frente como una catedral de grande. Porque yo lo sé, se me van a ensanchar las caderas. Me gusta fumar y no me gusta el deporte, me
recuerda demasiado la fuerza de la gravedad, y a mí lo que me gusta
es volar, volar y fumar. Algún día moriré, puede que no hoy, puede
que no mañana, puede que me quede más de la mitad de la vida para
recordar que ésta se consume como los cigarros que me pudren, pero
mientras tanto y hasta entonces, todo está por ocurrir.
Etruska
Soy muy partidario de tí. Pero no tardes tanto de un polvo literario a otro o muchos recurrirán al puticlub de la sección de best-sellers del Cortinglés.
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