Hoy es una día raro.
El sol brilla con fuerza
pero yo veo el mundo como a través de un filtro que lo convierte todo
en una triste y apagada escala de grises.
¿Qué sentido tiene
conducir en línea recta, sin ningún sitio al que llegar, y lo que
es peor, sin música de fondo?
Ya recuerdo porque deje de
escribir en mis diarios, escondía tan bien las llaves que nunca
fuiste capaz de encontrarlas. Ni de buscarlas.
Soy gilipollas. ¿Porque
echar de menos a alguien a quien expulsaste de tu vida, es de
gilipollas no? Pues eso.
Sí, creo que te echo un
poco de menos, pero sobretodo echo de menos las cosas que no hicimos
y que no fuimos.
Echo de menos las promesas
promiscuas, las preguntas estúpidas, y la vida que no tuvimos.
Los putos optimistas y
consumidores de libros de autoayuda, siempre tienen las mismas
palabras después de un derrumbe “la vida sigue, el mundo no se
acaba, es cuestión de tiempo que lo superes” Claro que la vida
sigue lumbreras. La vida es tan hija de puta que es capaz de pegarte
un tiro en la cabeza dejando tus sesos desparramados por la pared, metafóricamente hablando, y seguir como si nada. Claro que el mundo
no se acaba, el mundo es redondo, y cuando crees que has llegado al
precipicio para tirarte, siempre vas a tener que dar otro paso más.
….
Claro que la vida sigue,
ha seguido, está siguiendo y no se para. Sigue entre la realidad y
la fantasía, entre el vacío y lo tangible, entre tu recuerdo y tu
olvido, a trompicones y despacio, entre lo que quiero y lo que tengo,
entre lo que hago y mi cobardía. La vida sigue. El precipicio aún
está lejos. Pero hoy... hoy te he echado de menos con tanta rabia y con tanto corazón, que
me duele que los putos optimistas tengan razón.
Etruska.