martes, 31 de diciembre de 2013

Hola.



Cada día estoy más ida, más loca, yo lo noto ¿sabes? Porque me hablas y no te entiendo. Pero entiendo a tu perro, y entiendo a mis gatos, y entiendo a la cafetera que me dice: “mmm café calentito, siéntate, bebételo mientras te fumas el primer cigarro del día, siéntate mientras te olvidas por un momento de que los demás se están clavando los dientes entre ellos y es cuestión de tiempo que te toque a ti también, así que déjate la uñas largas, pero ahora siéntate y disfruta del placer de un café recién hecho y un cigarro con no sé cuántos miligramos de muerte miserable y dolorosa.”
Cada día estoy más loca, y no entiendo el mundo, ni porque da vueltas si siempre termina en el mismo punto, de un 31 de diciembre dándonos los dos besos que no nos damos durante el resto del año. Eso, el que no se ha atragantado antes con las uvas.
Cada día estoy más loca, y un día me dejé las uñas largas, y me afilé los colmillos y esperé a ver quién era el valiente y comprendí que ahora la gente lucha con sonrisas, y comprando felicidad al mejor postor y págala en 18 meses sin intereses.
Cada día estoy más loca, porque no sonrío si no tengo ganas, ni ensayo sonrisas protocolarias delante del espejo, porque ya no miro a los ojos y luego al bulto de los pantalones, ahora miro al bulto de los pantalones y luego a los ojos. Y suspiré tan tan tan fuerte, que apagué
todas las velas de los próximos cumpleaños ¡mierda! No había pedido ningún deseo.
Cada día estoy más loca, desmedida, no me entiendo, no me encuentro, y me he perdido tanto, tantas veces que ahora ya sólo sé que estoy atrapada en lo más profundo de lo incierto.
Y ahora voy y me mojo la yema de los dedos para pasar página. Hola 2014.